Un fantasma recorre de nuevo mundo, es el fantasma del marxismo. Desde Londres a Berlín, de Moscú a Washington y desde Montreal a Paris las ideas marxistas comienzan a resurgir con fuerza en el suelo fértil de la desastrosa crisis del capitalismo.
Leo Panitch, hasta hace muy poco desconocido dentro y fuera de las fronteras de su país, se ha convertido, de la noche a la mañana, en una celebridad a quien le llueven las invitaciones para dictar conferencias, clases magistrales, o dar entrevistas.
Muchos no saben, incluidos los canadienses, que este investigador y Profesor de Ciencias Políticas de la York University de Toronto, es uno de los más prominentes pensadores marxistas contemporáneos, a la altura de Edward P. Thompson, brillante intelectual marxista ingles, historiador, escritor y fundador de la nueva izquierda en Gran Bretaña en la década de los 50’.
El Profesor Panitch se dio cuenta que el marxismo estaba de vuelta después de recibir una inesperada invitación de una radioemisora local, más popular por sus programas deportivos que los temas políticos, para explicar un hecho también insólito como era el acuerdo de la General Motor, a través del cual los contribuyentes de Estados Unidos y Canadá y los trabajadores de la empresa pasaban a ser dueños mayoritarios de los medios de producción del gigante automotriz (72.5% y 17.5% respectivamente). La crisis económica global, imprevistamente, lanzaba a este modesto investigador al centro del escenario político y académico internacional.
En marzo de este año, Panitch fue invitado por la Ryerson University de Toronto para dar una clase magistral titulada “Still a Marxist After All” (Marxista Aún, Después de Todo) donde explica las razones por las cuales el Marxismo es, hoy día, más relevante que nunca. Una versión resumida de su exposición fue publicada por la revista Foreign Policy considerada como la Biblia del establisment político de Washington.
El vigoroso resurgimiento de las ideas marxistas no es un hecho aislado, sino un fenómeno de carácter global. En Alemania, donde por estos días se discute la nacionalización de los bancos, solo una empresa editorial vendió en 2008 miles de ejemplares del libro Das Capital, la obra maestra de Karl Marx. El libro “Renewing Socialism” del mismo Leo Panitch ha vendido más copias en los meses recientes que en los últimos siete años.
Más impresionante aún es la invitación personal que recibiera Panitch, nada menos, que de Dmitry Medvedev, Presidente de Rusia, para participar durante la primera semana de Junio en un foro sobre economía mundial, que algunos han considerado como la versión rusa de Davos, para discutir la factibilidad de revitalizar el socialismo en el contexto de la actual crisis económica global.
Otra invitación, no menos importante, que espera en su agenda para los próximos días, es aquella cursada por la prestigiosa London School of Economics de la Universidad de Londres para participar junto a otros destacados intelectuales británicos en una conferencia titulada “Revisiting Marxism: Is Marxism Still Relevant” con ocasión de una nueva publicación del Manifiesto Comunista.
El Profesor Panitch argumenta que una de las principales razones del resurgimiento del marxismo en medio del derrumbe de la ortodoxia neoliberal, es que Marx se adelantó a su época al predecir la exitosa globalización capitalista que tuvo lugar en las últimas décadas; e igualmente fue capaz de prever con bastante exactitud mucho de los funestos factores que han provocado la actual crisis económica global, algo que Marx llamaría “contradicciones” inherentes a un mundo conformado por mercados competitivos, producción de materias primas y especulación financiera.
Si Marx estuviera observando la actual situación, sostiene Panitch, ciertamente con mucho entusiasmo señalaría como los defectos inherentes del capitalismo han conducido a la actual crisis económica. Observaría como el desarrollo moderno de los mercados financieros con la utilización de instrumentos tales como los derivados y la administración y comercio de títulos de deuda han permitido que los mercados propaguen los riegos de la integración económica global. Y concluiría indicando que sin estas innovaciones financieras y sin la, cada vez mas, profunda penetración de la economía financiera en toda la sociedad, la acumulación del capital habría sido significativamente más baja en la últimas décadas.
El resultado ha sido que la demanda del consumidor y por lo tanto la prosperidad de los años recientes, se ha sostenido en el incrementado constante de la deuda de las tarjetas de crédito y los prestamos hipotecarios. Al mismo tiempo se ha debilitado el poder de las organizaciones sindicales y se han reducido los programas sociales dejando a la gente desprotegida y vulnerable a los impactos del mercado.
Es cierto que el volátil sistema financiero global contribuyó a impulsar el crecimiento económico, pero también produjo una serie de inevitables burbujas financieras, siendo la más peligrosa de todas, la burbuja hipotecaria que emerge en los Estados Unidos. La explosión posterior de dicha burbuja tiene un tremendo impacto en todo el mundo, precisamente, porque esta en el mismo centro del sostenimiento de la demanda de los consumidores en los Estados Unidos y los mercados financieros internacionales. Marx, sin dudas, apuntaría que esta crisis es un perfecto ejemplo de como el capitalismo se parece “al hechicero que no puede controlar los poderes de mundo infernal que el mismo ha creado con sus maleficios”.
Panitch, sostiene también, que a pesar de la magnitud de las dificultades actuales, Marx no se haría ilusiones de que la catástrofe económica por si misma efectúe los cambios necesarios. Marx sabia muy bien que el capitalismo por naturaleza engendra y promueve el aislamiento social. Es un sistema escribió, que “no deja en pie otro vinculo entre los hombres, que el desnudo interés personal, el interés del dinero constante y sonante”. En efecto, el capitalismo deja a las sociedades sumidas en “las aguas heladas de sus cálculos egoístas”.
El aislamiento social crea, a su vez, pasividad frente a las crisis personales causadas ya sea por los despidos de los trabajos o las perdidas de las casas e impide que las comunidades de ciudadanos activos e informados se encuentren para comenzar a elaborar alternativas radicales al capitalismo.
Marx si estuviera con nosotros, asegura Panitch, se preguntaría en primer lugar como vencer esta pasividad social que nos consume. En su época, él pensaba que el surgimiento de los sindicatos y los partidos de trabajadores eran un paso adelante. Por eso, en El Capital escribió que el “objetivo inmediato” era la “organización de los proletarios como clase” y su “primera tarea” sería “ganar la batalla por la democracia”. Hoy día, probablemente, Marx estimularía la formación de nuevas identidades colectivas, asociaciones e instituciones a través de las cuales el pueblo pudiera resistir el status quo capitalista y comenzar a decidir la mejor manera para satisfacer sus necesidades.
En el último tiempo no sólo el Profesor Leo Panitch en Canadá, sino muchos otros intelectuales, políticos y luchadores sociales en distintos lugares del planeta, se han dado cuenta que el espectro del marxismo se encuentra de nuevo entre nosotros.
Si usted fue uno de aquellos que hace, un par de décadas, se creyó el cuento ese de que había llegado el “fin de la historia”, “el término de la lucha de clases” o el “fin del socialismo”, si aún no lo ha hecho, le aconsejamos que comience a desempolvar y a releer los escritos Karl Marx, pues continúan siendo una poderosa herramienta para entender el caos al cual ha arrastrado la humanidad el capitalismo globalizado y una guía, clara como el sol, para impulsar la acción y la transformación de la realidad actual.
Notas:
Leo Panitch, “Thoroughly Modern Marx”, Foreign Policy, Washington, USA, Mayo/Junio 2009.
Ian Brown, “The 18th Brumaire of Barack Obama”, Globe and Mail, Canada, 13 de Junio de 2009.
*El autor es Profesor e Investigador del Latin American Research Institute (LARI).
Sunday, July 12, 2009
Saturday, June 13, 2009
Para Despedir A Un Imprescindible
“Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.
Bertolt Brecht
Hay episodios inéditos de la lucha clandestina contra la dictadura, que no han sido narrados aún por sus protagonistas. En algunos casos los participantes directos nunca podrán hacerlo porque ya no están, los sicarios del gobierno militar los hicieron desaparecer o los asesinaron vilmente a plena luz del día; o como consecuencia de enfermedades y el inexorable paso de los años ya se han ido para siempre de este mundo. Sin embargo todavía quedan otros, que en su condición de actores o testigos si pueden contar y documentar los hechos.
Después de enterarme, a través de la publicación digital PiensaChile.com, del fallecimiento de Vicente García Pincheira, considere que era un deber moral y un acto de lealtad a su memoria, agregar detalles desconocidos de la vida de este combatiente socialista revolucionario.
Compartí con Ramón, su nombre político, una etapa de la lucha clandestina antidictatorial que no se menciona en los discursos de despedida.
La gigantesca tarea de reconstruir desde las ruinas el Partido Socialista de Chile (PSCH), comenzó inmediatamente después de la heroica resistencia del Presidente mártir Salvador Allende y de un grupo de combatientes en La Moneda.
En aquellos días, sólo los manuales hablaban de repliegue organizado, mas la implacable realidad mostraba un panorama de desbande general. El pánico había calado hondo hasta en los más concientes y la mayoría lo único que pensaba era en irse del país, mientras otros querían olvidarse de todo. Escasos, muy escasos se pusieron los militantes en esos aciagos días.
Mi encuentro con Ramón fue afortunado y casual, y de produce a mediados de Diciembre de 1973 mientras caminaba solo hacia el centro de la ciudad. Nos conocíamos de antes y yo sabia que era dirigente provincial de la Central Única de Trabajadores. Mientras caminábamos conversamos de muchas cosas saltando de un tema a otro. Me contó que había estado detenido en la Base Naval de Talcahuano y que recién venia recuperando su libertad.
No recuerdo con exactitud cuanto caminamos, pero fue al instante de despedirnos cuando, con ciertas dudas, le pregunté que pensaba hacer. Me miró con seriedad y antes de decir nada, movió varias veces la cabeza. La interrogante, sin dudas, lo había sorprendido.
Hay que ponerse a trabajar!, dijo luego de un breve silencio. Le estire la mano y nos despedimos con el compromiso de volvernos a ver.
En nuestro segundo encuentro le informé que Alejandro y Mauro, habían tomado en sus manos la reorganización del partido y que se diera de inmediato por integrado.
No dudamos un instante de su palabra, pues su honestidad y decisión era las cualidades propias de los militantes proletarios. Para esa nueva fase de la lucha, que apenas comenzaba, se requerían hombres y mujeres consecuentes, audaces, dispuestos y resueltos como él.
Nos reunimos en vísperas de Navidad, por primera vez los tres, en la casa de un obrero que vivía en el Barrio Norte. Conversamos largo, analizamos la situación que se vivía, hicimos un recuento de los que quedaban y acordamos lo que haríamos inicialmente. Esa noche quedó constituida una incipiente dirección política y sellamos con un abrazo el compromiso de llevar adelante la ardua labor de reorganización.
Alejandro, Mauro y Ramón integraron la primera Dirección Regional clandestina del PSCH en Concepción. Alejandro corresponde al nombre político de Juan González, ex-Secretario Regional de la JS, quien a mediados de 1974, para aminorar el asedio represivo, seria sacado de la provincia y enviado a Santiago.
Decir que fue un “destacado dirigente sindical”, “un ejemplo de luchador social” y “un socialista de calidad” se ajusta a la verdad, pero es enteramente insuficiente para describir lo esencial de su pensamiento y acción revolucionaria.
Es necesario señalar que fue parte de una generación de socialistas que desarrollan su acción política, en la etapa más arriesgada y dura de la lucha antidictatorial; que sabían que podían perder sus vidas, en cualquier instante y lugar, y que asumen esos riesgos con la convicción de estar aportando a la construcción de un Partido Nuevo, mejor que el que existía, depurado de sus debilidades e ineficiencias.
Fue un apasionado e intransigente defensor de las tesis y orientaciones de la Dirección Nacional Clandestina de esa época (Exequiel Ponce, Carlos Lorca y Ricardo Lagos Salinas) contenidas en el controvertido “Documento de Marzo” que hasta hoy, todavía, hace temblar a algunos personajes “socialistas”.
En su condición de dirigente obrero no titubeo, ni por un instante, en hacer suyo el reto que proponía la Dirección Nacional de “construir un partido marxista leninista, destacamento de vanguardia de la clase obrera con influencia en extensas capas sociales, adaptado a las nuevas condiciones del trabajo clandestino, capaz de resistir la represión fascista y dominar a fondo todas las formas de lucha, profundamente enraizado en las masas y conductor efectivo de los combates del pueblo”.
Ramón no fue, por lo tanto, un luchador social más, ni un socialista cualquiera, fue un militante revolucionario que actuó guiado por los principios de la ideología del proletariado y el objetivo de su lucha era la construcción de una sociedad socialista.
La historia de la lucha clandestina, que aún no se escribe, consignará 1975 como el año más trágico, lúgubre y funesto para los socialistas. La detención, desaparición y muerte de un número significativo de brillantes líderes socialistas ocurre en los meses de Junio y Julio de ese año.
Septiembre fue también mes aciago para el partido en Concepción. A fines de Agosto fue detenida Alicia, encargada de comunicaciones, luego de lo cual la Dirección se reúne para analizar la ola represiva que se venia encima y se acuerda que Mauro y Ramón deberían abandonar la zona lo antes posible. Dos días después, el 5 de septiembre de 1975, Mauro es detenido y con ello se desarticula la Dirección Regional. Ramón alcanza a salir y se integraría más tarde al trabajo clandestino de la Dirección Nacional. Esa fue la última vez que nos vimos.
Estando aún en el país me enteré de su segunda detención y su posterior exilio en México, desde donde decidiría retornar a mediados de los 80 para reintegrarse, otra vez, a la lucha contra la dictadura. Como lo ha expresado con acierto su hija Mireya, “Vicente no se rindió nunca”.
Quienes lo visitaron en sus últimos días, dicen que mantenía su espíritu crítico y buscaba “una respuesta a tanta ambigüedad y traición a los postulados históricos del socialismo chileno”.
Es imposible imaginar que Vicente hubiese estado contento con toda la metamorfosis de su partido o que se hubiera sentido orgulloso de la contribución que han hecho los “socialistas” en los diversos gobiernos de la Concertación a la mantención del modelo neoliberal, que sostiene la inequidad económico social de la mayoría de los chilenos, que entrega las riquezas naturales a la voracidad de las empresas privadas transnacionales y que ha convertido la salud, la educación y la previsión social en un inmoral negocio. Jamás podría haber pertenecido a un partido que defiende la expresión más brutal del capitalismo, sistema que por estos días se cae a pedazos en todas partes del mundo.
Quizás lo que más impresiona de su vida, es la determinación y fortaleza para mantener sus ideales y su acción política hasta el final.
Ser revolucionario cuando joven es fácil, pero mantener las convicciones y el entusiasmo, a través de los años, es muy difícil. Sobre todo en esta época confusa que nos ha tocado vivir, donde las dificultades nos inmovilizan y el desaliento nos apaga la pasión por aquellas causas que antes nos hacían vibrar.
El camarada Vicente García Pincheira, con su extraordinaria consecuencia, se ubica en esa rara categoría de hombres y mujeres que luchan toda una vida. Esa elite, a la cual Bertolt Bretch llamaría, certeramente, los imprescindibles.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.
Bertolt Brecht
Hay episodios inéditos de la lucha clandestina contra la dictadura, que no han sido narrados aún por sus protagonistas. En algunos casos los participantes directos nunca podrán hacerlo porque ya no están, los sicarios del gobierno militar los hicieron desaparecer o los asesinaron vilmente a plena luz del día; o como consecuencia de enfermedades y el inexorable paso de los años ya se han ido para siempre de este mundo. Sin embargo todavía quedan otros, que en su condición de actores o testigos si pueden contar y documentar los hechos.
Después de enterarme, a través de la publicación digital PiensaChile.com, del fallecimiento de Vicente García Pincheira, considere que era un deber moral y un acto de lealtad a su memoria, agregar detalles desconocidos de la vida de este combatiente socialista revolucionario.
Compartí con Ramón, su nombre político, una etapa de la lucha clandestina antidictatorial que no se menciona en los discursos de despedida.
La gigantesca tarea de reconstruir desde las ruinas el Partido Socialista de Chile (PSCH), comenzó inmediatamente después de la heroica resistencia del Presidente mártir Salvador Allende y de un grupo de combatientes en La Moneda.
En aquellos días, sólo los manuales hablaban de repliegue organizado, mas la implacable realidad mostraba un panorama de desbande general. El pánico había calado hondo hasta en los más concientes y la mayoría lo único que pensaba era en irse del país, mientras otros querían olvidarse de todo. Escasos, muy escasos se pusieron los militantes en esos aciagos días.
Mi encuentro con Ramón fue afortunado y casual, y de produce a mediados de Diciembre de 1973 mientras caminaba solo hacia el centro de la ciudad. Nos conocíamos de antes y yo sabia que era dirigente provincial de la Central Única de Trabajadores. Mientras caminábamos conversamos de muchas cosas saltando de un tema a otro. Me contó que había estado detenido en la Base Naval de Talcahuano y que recién venia recuperando su libertad.
No recuerdo con exactitud cuanto caminamos, pero fue al instante de despedirnos cuando, con ciertas dudas, le pregunté que pensaba hacer. Me miró con seriedad y antes de decir nada, movió varias veces la cabeza. La interrogante, sin dudas, lo había sorprendido.
Hay que ponerse a trabajar!, dijo luego de un breve silencio. Le estire la mano y nos despedimos con el compromiso de volvernos a ver.
En nuestro segundo encuentro le informé que Alejandro y Mauro, habían tomado en sus manos la reorganización del partido y que se diera de inmediato por integrado.
No dudamos un instante de su palabra, pues su honestidad y decisión era las cualidades propias de los militantes proletarios. Para esa nueva fase de la lucha, que apenas comenzaba, se requerían hombres y mujeres consecuentes, audaces, dispuestos y resueltos como él.
Nos reunimos en vísperas de Navidad, por primera vez los tres, en la casa de un obrero que vivía en el Barrio Norte. Conversamos largo, analizamos la situación que se vivía, hicimos un recuento de los que quedaban y acordamos lo que haríamos inicialmente. Esa noche quedó constituida una incipiente dirección política y sellamos con un abrazo el compromiso de llevar adelante la ardua labor de reorganización.
Alejandro, Mauro y Ramón integraron la primera Dirección Regional clandestina del PSCH en Concepción. Alejandro corresponde al nombre político de Juan González, ex-Secretario Regional de la JS, quien a mediados de 1974, para aminorar el asedio represivo, seria sacado de la provincia y enviado a Santiago.
Decir que fue un “destacado dirigente sindical”, “un ejemplo de luchador social” y “un socialista de calidad” se ajusta a la verdad, pero es enteramente insuficiente para describir lo esencial de su pensamiento y acción revolucionaria.
Es necesario señalar que fue parte de una generación de socialistas que desarrollan su acción política, en la etapa más arriesgada y dura de la lucha antidictatorial; que sabían que podían perder sus vidas, en cualquier instante y lugar, y que asumen esos riesgos con la convicción de estar aportando a la construcción de un Partido Nuevo, mejor que el que existía, depurado de sus debilidades e ineficiencias.
Fue un apasionado e intransigente defensor de las tesis y orientaciones de la Dirección Nacional Clandestina de esa época (Exequiel Ponce, Carlos Lorca y Ricardo Lagos Salinas) contenidas en el controvertido “Documento de Marzo” que hasta hoy, todavía, hace temblar a algunos personajes “socialistas”.
En su condición de dirigente obrero no titubeo, ni por un instante, en hacer suyo el reto que proponía la Dirección Nacional de “construir un partido marxista leninista, destacamento de vanguardia de la clase obrera con influencia en extensas capas sociales, adaptado a las nuevas condiciones del trabajo clandestino, capaz de resistir la represión fascista y dominar a fondo todas las formas de lucha, profundamente enraizado en las masas y conductor efectivo de los combates del pueblo”.
Ramón no fue, por lo tanto, un luchador social más, ni un socialista cualquiera, fue un militante revolucionario que actuó guiado por los principios de la ideología del proletariado y el objetivo de su lucha era la construcción de una sociedad socialista.
La historia de la lucha clandestina, que aún no se escribe, consignará 1975 como el año más trágico, lúgubre y funesto para los socialistas. La detención, desaparición y muerte de un número significativo de brillantes líderes socialistas ocurre en los meses de Junio y Julio de ese año.
Septiembre fue también mes aciago para el partido en Concepción. A fines de Agosto fue detenida Alicia, encargada de comunicaciones, luego de lo cual la Dirección se reúne para analizar la ola represiva que se venia encima y se acuerda que Mauro y Ramón deberían abandonar la zona lo antes posible. Dos días después, el 5 de septiembre de 1975, Mauro es detenido y con ello se desarticula la Dirección Regional. Ramón alcanza a salir y se integraría más tarde al trabajo clandestino de la Dirección Nacional. Esa fue la última vez que nos vimos.
Estando aún en el país me enteré de su segunda detención y su posterior exilio en México, desde donde decidiría retornar a mediados de los 80 para reintegrarse, otra vez, a la lucha contra la dictadura. Como lo ha expresado con acierto su hija Mireya, “Vicente no se rindió nunca”.
Quienes lo visitaron en sus últimos días, dicen que mantenía su espíritu crítico y buscaba “una respuesta a tanta ambigüedad y traición a los postulados históricos del socialismo chileno”.
Es imposible imaginar que Vicente hubiese estado contento con toda la metamorfosis de su partido o que se hubiera sentido orgulloso de la contribución que han hecho los “socialistas” en los diversos gobiernos de la Concertación a la mantención del modelo neoliberal, que sostiene la inequidad económico social de la mayoría de los chilenos, que entrega las riquezas naturales a la voracidad de las empresas privadas transnacionales y que ha convertido la salud, la educación y la previsión social en un inmoral negocio. Jamás podría haber pertenecido a un partido que defiende la expresión más brutal del capitalismo, sistema que por estos días se cae a pedazos en todas partes del mundo.
Quizás lo que más impresiona de su vida, es la determinación y fortaleza para mantener sus ideales y su acción política hasta el final.
Ser revolucionario cuando joven es fácil, pero mantener las convicciones y el entusiasmo, a través de los años, es muy difícil. Sobre todo en esta época confusa que nos ha tocado vivir, donde las dificultades nos inmovilizan y el desaliento nos apaga la pasión por aquellas causas que antes nos hacían vibrar.
El camarada Vicente García Pincheira, con su extraordinaria consecuencia, se ubica en esa rara categoría de hombres y mujeres que luchan toda una vida. Esa elite, a la cual Bertolt Bretch llamaría, certeramente, los imprescindibles.
Saturday, March 07, 2009
Algo Más Que Sol, Mar y Playa
Chile es un país imprevisible, donde la imaginación a menudo sucumbe ante las impresionantes sorpresas. Para mí, sigue siendo todavía un país desconocido o un territorio por descubrir. En cada uno de mis viajes, he tenido la oportunidad de conocer lugares geográficos inéditos y grupos humanos originales.Este verano, que aún no termina en el extremo sur, estuvimos de vacaciones en Pingueral. Me atrevería a apostar que no son muchos en el país, y menos todavía afuera, los que conocen este hermoso rincón del sur de Chile.
Pingueral es un exclusivo complejo turístico residencial, ubicado a sólo 30 kilómetros de la ciudad Concepción y a unos pasos del balneario Dichato, que obsequia al visitante la abrumadora tranquilidad de sus playas de arenas blancas y la frescura verde de sus bosques que purifican el entorno. Según el Diario El Sur, Pingueral se ha convertido en el resort más importante de la VIII Región.
A un costado de la playa y junto un cerro, se despliegan las calles y avenidas de la villa. Sobresale la originalidad arquitectónica de las casas, las cuales son grandes, bonitas, modernas y con áreas verdes bien cuidadas. Es difícil encontrar dos viviendas iguales.
Una de las cosas que, tal vez, más impresiona es el novedoso concepto de desarrollo urbano que se quiso implementar. Es un proyecto de urbanización abierto, donde las casas no tienen cercos, los sitios no tienen murallas, las ventanas no tienen rejas, no hay portones con seguros electrónicos y tampoco candados colgando de las puertas. La gente vive en un ambiente seguro y controlado, con una extraordinaria tranquilidad para todos, sin asaltos, sin robos y sin problemas de tráfico vehicular. Pingueral, dicen sus vecinos, “es como vivir en otro país”.
Y tienen razón, es la cara enteramente opuesta al país que conocemos. A pesar del aprecio que tengo por el país, debo confesar que detesto con toda mi alma ese Chile con aspecto de cárcel o campo de concentración que tienen sus casas, sus barrios y sus ciudades. Me causan tremenda angustia las rejas metálicas y los muros que se construyen por todas partes, me provocan escalofríos las puntas afiladas de los vidrios y las alambradas amenazantes que coronan las paredes.
En ese país hostil, inseguro y al acecho, Pingueral es como un oasis de serenidad y tranquilidad.
El gestor e impulsor de este verdadero paraíso turístico residencial es el empresario Gustavo Yánquez Mery, quien comenzó a desarrollar el proyecto en 1990 con la idea de “replicar el modelo Santiago-Viña del Mar” en la gran ciudad de Concepción.
El empresario, sin dudas, ha sido exitoso en el desarrollo de su proyecto. En la actualidad, después de 19 años, existen 450 familias que son propietarios de casas y unos 300 dueños de departamentos en los cuatro edificios que conforman el proyecto Costa Pingueral. En casi dos décadas, según cifras de la empresa, se han invertido cerca de 80 millones de dólares.
Los planes del empresario se vieron, sin embargo, imprevistamente perturbados durante el verano 2006 cuando Andrea Contreras Dueza, una mujer de la ciudad de Chillán, interpuso una denuncia en el Ministerio de Bienes Nacionales, luego que los guardias de seguridad que controlan día y noche el lugar, le impidieran el ingreso a la playa. En su reclamo la mujer alegaba que Pingueral era una playa pública y por lo tanto de uso de todos los chilenos.
Gustavo Yánquez, en entrevista a la revista digital “Nos Identifica”, acusa que detrás de la obsesión por abrir la playa al uso público hay una “maquinación política de la ex intendenta de Chillán María Soledad Tohá y un par de personas más”.
El Ministerio de Bienes Nacionales, a través de la Secretaria Regional Ministerial del Bio- Bio, encargada de realizar la investigación emitió en Junio de 2008, una resolución que lleva la firma de la Intendenta Maria Angélica Fuentes, ordenando abrir el acceso público a Pingueral. Meses más tarde, la Corte de Apelaciones de Concepción, ante un recurso de protección presentado por los propietarios de Pingueral, ratificó la resolución del organismo gubernamental.
Es importante mencionar que los fundamentos jurídicos de la resolución del gobierno emanan del decreto ley No 1.939 de 1977, que en su artículo 13 “garantiza el libre acceso a las playas para fines turísticos y de pesca”.
Al mismo tiempo, el Código Civil en su artículo 589 define con claridad que “se llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda.” Y agrega que “si además su uso pertenece a todos los habitantes de la nación, como el de calles, plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes públicos.”
La Ministra de Bienes Nacionales, Romy Schmidt, por su parte, en visita a terreno y desde la misma playa Pingueral, señaló a la prensa en forma categórica que “en Chile no existen las playas privadas”.
En este instante el caso Pingueral se encuentra a la espera de una resolución definitiva por parte del Tribunal Constitucional.
Llama la atención que hubiera sido una sola persona, una sola ciudadana, una sola mujer, quien reclamara su derecho a usar un bien público como son las playas del país. No fue un grupo de ciudadanos ni tampoco organizaciones sociales las que hicieron la denuncia; a pesar que ahora es posible encontrar en Facebook un grupo de personas que se ha pronunciado a favor de ella.
Este hecho demuestra que una gran mayoría de los chilenos padecen, aún, del "síndrome dictadura” y simplemente adoptan una actitud de resignación y claudicación frente a la violación de sus derechos.
Son elogiables las ideas innovadoras de cualquier empresa, pero es inaceptable la venta, con fines de lucro, de exclusividad, seguridad y tranquilidad a un grupo de vecinos, a costa de conculcar los derechos de los demás.
Las maravillosas e impresionantes sorpresas que depara la geografía de nuestro país, como son sus playas de mar, lagos y ríos, no son propiedad de unos pocos acaudalados, sino de todos los ciudadanos. Es hora, ya, que los chilenos, emulando el ejemplo de Andrea Contreras, recuperen definitivamente los bienes nacionales y riquezas naturales que les pertenecen.
*El autor es investigador del Latin American Research Institute