Algo Más Que Sol, Mar y Playa
Chile es un país imprevisible, donde la imaginación a menudo sucumbe ante las impresionantes sorpresas. Para mí, sigue siendo todavía un país desconocido o un territorio por descubrir. En cada uno de mis viajes, he tenido la oportunidad de conocer lugares geográficos inéditos y grupos humanos originales.Este verano, que aún no termina en el extremo sur, estuvimos de vacaciones en Pingueral. Me atrevería a apostar que no son muchos en el país, y menos todavía afuera, los que conocen este hermoso rincón del sur de Chile.
Pingueral es un exclusivo complejo turístico residencial, ubicado a sólo 30 kilómetros de la ciudad Concepción y a unos pasos del balneario Dichato, que obsequia al visitante la abrumadora tranquilidad de sus playas de arenas blancas y la frescura verde de sus bosques que purifican el entorno. Según el Diario El Sur, Pingueral se ha convertido en el resort más importante de la VIII Región.
A un costado de la playa y junto un cerro, se despliegan las calles y avenidas de la villa. Sobresale la originalidad arquitectónica de las casas, las cuales son grandes, bonitas, modernas y con áreas verdes bien cuidadas. Es difícil encontrar dos viviendas iguales.
Una de las cosas que, tal vez, más impresiona es el novedoso concepto de desarrollo urbano que se quiso implementar. Es un proyecto de urbanización abierto, donde las casas no tienen cercos, los sitios no tienen murallas, las ventanas no tienen rejas, no hay portones con seguros electrónicos y tampoco candados colgando de las puertas. La gente vive en un ambiente seguro y controlado, con una extraordinaria tranquilidad para todos, sin asaltos, sin robos y sin problemas de tráfico vehicular. Pingueral, dicen sus vecinos, “es como vivir en otro país”.
Y tienen razón, es la cara enteramente opuesta al país que conocemos. A pesar del aprecio que tengo por el país, debo confesar que detesto con toda mi alma ese Chile con aspecto de cárcel o campo de concentración que tienen sus casas, sus barrios y sus ciudades. Me causan tremenda angustia las rejas metálicas y los muros que se construyen por todas partes, me provocan escalofríos las puntas afiladas de los vidrios y las alambradas amenazantes que coronan las paredes.
En ese país hostil, inseguro y al acecho, Pingueral es como un oasis de serenidad y tranquilidad.
El gestor e impulsor de este verdadero paraíso turístico residencial es el empresario Gustavo Yánquez Mery, quien comenzó a desarrollar el proyecto en 1990 con la idea de “replicar el modelo Santiago-Viña del Mar” en la gran ciudad de Concepción.
El empresario, sin dudas, ha sido exitoso en el desarrollo de su proyecto. En la actualidad, después de 19 años, existen 450 familias que son propietarios de casas y unos 300 dueños de departamentos en los cuatro edificios que conforman el proyecto Costa Pingueral. En casi dos décadas, según cifras de la empresa, se han invertido cerca de 80 millones de dólares.
Los planes del empresario se vieron, sin embargo, imprevistamente perturbados durante el verano 2006 cuando Andrea Contreras Dueza, una mujer de la ciudad de Chillán, interpuso una denuncia en el Ministerio de Bienes Nacionales, luego que los guardias de seguridad que controlan día y noche el lugar, le impidieran el ingreso a la playa. En su reclamo la mujer alegaba que Pingueral era una playa pública y por lo tanto de uso de todos los chilenos.
Gustavo Yánquez, en entrevista a la revista digital “Nos Identifica”, acusa que detrás de la obsesión por abrir la playa al uso público hay una “maquinación política de la ex intendenta de Chillán María Soledad Tohá y un par de personas más”.
El Ministerio de Bienes Nacionales, a través de la Secretaria Regional Ministerial del Bio- Bio, encargada de realizar la investigación emitió en Junio de 2008, una resolución que lleva la firma de la Intendenta Maria Angélica Fuentes, ordenando abrir el acceso público a Pingueral. Meses más tarde, la Corte de Apelaciones de Concepción, ante un recurso de protección presentado por los propietarios de Pingueral, ratificó la resolución del organismo gubernamental.
Es importante mencionar que los fundamentos jurídicos de la resolución del gobierno emanan del decreto ley No 1.939 de 1977, que en su artículo 13 “garantiza el libre acceso a las playas para fines turísticos y de pesca”.
Al mismo tiempo, el Código Civil en su artículo 589 define con claridad que “se llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda.” Y agrega que “si además su uso pertenece a todos los habitantes de la nación, como el de calles, plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes públicos.”
La Ministra de Bienes Nacionales, Romy Schmidt, por su parte, en visita a terreno y desde la misma playa Pingueral, señaló a la prensa en forma categórica que “en Chile no existen las playas privadas”.
En este instante el caso Pingueral se encuentra a la espera de una resolución definitiva por parte del Tribunal Constitucional.
Llama la atención que hubiera sido una sola persona, una sola ciudadana, una sola mujer, quien reclamara su derecho a usar un bien público como son las playas del país. No fue un grupo de ciudadanos ni tampoco organizaciones sociales las que hicieron la denuncia; a pesar que ahora es posible encontrar en Facebook un grupo de personas que se ha pronunciado a favor de ella.
Este hecho demuestra que una gran mayoría de los chilenos padecen, aún, del "síndrome dictadura” y simplemente adoptan una actitud de resignación y claudicación frente a la violación de sus derechos.
Son elogiables las ideas innovadoras de cualquier empresa, pero es inaceptable la venta, con fines de lucro, de exclusividad, seguridad y tranquilidad a un grupo de vecinos, a costa de conculcar los derechos de los demás.
Las maravillosas e impresionantes sorpresas que depara la geografía de nuestro país, como son sus playas de mar, lagos y ríos, no son propiedad de unos pocos acaudalados, sino de todos los ciudadanos. Es hora, ya, que los chilenos, emulando el ejemplo de Andrea Contreras, recuperen definitivamente los bienes nacionales y riquezas naturales que les pertenecen.
*El autor es investigador del Latin American Research Institute
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